En Argentina, el número de militantes populares asesinados fue notablemente mayor, en comparación con otros países del cono sur. Entre 1973 y 1983 el terrorismo de estado asesinó en nuestro país a alrededor de Ocho Mil personas por causas políticas, gremiales o conexas. En la provincia de Santa Fe hubo algo más de quinientos muertos, una décima parte de los cuales fue durante el gobierno de Sylvesre Begnis.
En Chile hubo cerca de Dos Mil cien asesinados entre 1973 y 1990http://www.derechos.org/koaga/iii/1/cuya.html#chil
En Brasil hubo cerca de Trescientos asesinados entre 1964 y 1979http://www.derechos.org/koaga/iii/1/cuya.html#bra
En Paraguay hubo cerca de Cuatrocientos asesinados durante el régimen de Stroesner (1954-1989)
http://www.bbc.com/…/20…/03/150305_paraguay_desaparecidos_vs
En Uruguay hubo cerca de Doscientos asesinados durante la dictadura civico militar 1973/1985 https://es.wikipedia.org/…/Dictadura_c%C3%ADvico-militar_en…
El común denominador era la utilización de dictaduras militares para afirmar a través del llamado Plan Cóndor un polo regional contra el avance del marxismo en plena guerra fría y contrarrestar el peligro que significaban experiencias revolucionarias en centroamérica. EE UU impulsó claramente esta política a través de Kissinger hasta la llegada de Jimmy Carter a fines de 1976.
En Argentina los sucesivos golpes militares, especialmente a partir de Onganía, estaban imbuidos de la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional patrocinada por EEUU. La oficialidad especialmente del Ejército se formó en la Escuela de las Américas, en Panamá, como así también en la estrategia antiguerrillera de la Escuela Francesa, a partir de las experiencias de combatir las rebeliones populares de Argelia e Indochina.
Pero el salto cualitativo de la represión, contradictoriamente, se da a partir de 1973 con la llegada del peronismo al poder.
Los cientos de militantes revolucionarios venían con una inercia importante en favor de ideales socialistas, de toma del poder a través de la lucha armada, luego de la experiencia cubana, la revolución vietnamita que asomaba triunfante frente al coloso imperio yankee, el mayo francés, la revolución cultural de Mao, los curas para el tercer mundo, las nuevas corrientes filosóficas que avanzaban desde Europa, etc., a lo que se sumaba que habían sido reivindicados por el General Perón especialmente a partir de 1971 con la llamada Actualización Política y Doctrinaria para la Toma del Poder, donde comienza a respaldar a los movimientos armados de las Formaciones Especiales (película de Solanas-Getino, junto a La Hora de los Hornos) y luego con mayor intensidad en la etapa del Luche y Vuelve, donde exacerba la apología de la violencia política como herramienta para llegar al poder, sin ahorrar elogios a la “juventud maravillosa” y al “trasvasamiento generacional”.
Fue la etapa de mayor crecimiento político de las tendencias revolucionarias y de los movimientos guerrilleros en general.
Pero el General Perón, luego del triunfo electoral del 11 de marzo de 1973, empieza a conspirar contra Cámpora aún antes que éste asuma. Y prepara su plan para desplazar del poder a todo atisbo de idealismo revolucionario que pretendiese competir con su conducción.
“Al enemigo, ni justicia”, que con un mohín de terror animal en su rostro nos regalaba en sus mensajes de la resistencia, ahora se volvía contra “los muchachos”, que pasaban a ser de golpe, sin transición, sin diálogo y sin anestesia, la peor basura.
Allí ocurre la masacre de Ezeiza y luego el fin de la primavera camporista. La conducción guerrillera, de distinto signo, comete errores garrafales de vanguardismo y militarismo que favorecen la reacción. Siguen copando cuarteles, matan a Rucci, y deciden resistir militarmente el desplazamiento. Perón crea en octubre de 1973 la Triple A,https://es.wikipedia.org/wi…/Alianza_Anticomunista_Argentina
que al principio la usó más como amenaza de “hacer tronar el escarmiento” dando pocos golpes, pero que significó un monstruo difícil de controlar porque utilizó a grupos residuales de represores provenientes de las fuerzas armadas (“Las Tres A son las Tres Armas”, Rodolfo Walsh, Carta Abierta 24.03.77) y de seguridad, como así civiles también de ultra derecha y de los peores antecedentes delictivos.
Ese enfrentamiento de Perón con la guerrilla y grupos revolucionarios hizo que se masificase la creación de patotas represivas inclusive de extracción gremial, ahora imbuidas de pasión política. Así nació la Patria Peronista contra la Patria Socialista, que permitió un salto cualitativo del terrorismo de estado, que hasta ese entonces había sido protagonizado sólo por los reductos selectos de inteligencia del estado.
La cúpula guerrillera, para colmo, no sólo quiso continuar con el desafío a la conducción política de Perón sino que también, con absoluta candidez, lo quiso desafiar en la faz militar. Pecando de ingenuidad por ejemplo en el Operativo Dorrego donde cientos de militantes de la JP Regionales y del Ejército hicieron brigadas voluntarias para luchar contra las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, pretendieron “melonear” a la oficialidad joven, siendo que simultáneamente unos tapados del Batallón 601 (SIE) estaban haciendo inteligencia descubriendo las jerarquías de los distintos militantes de la Tendencia (“Los Doblados”, R. Ragendorfer, pág. 29). Era la misma época en que continuaron los incesantes viajes de formación antisubversiva en la Escuela de las Américas de Panamá, a cargo del Pentágono.
En ese período de Lastiri-Perón se produce la reorganización del citado Batallón 601 de Callao y Viamonte, http://www.saij.gob.ar/…/libr…/Batallon_inteligencia_601.pdf
en cuyo subsuelo las fuerzas gorilas de 1955 habían escondido el cadáver de Evita. Ratifican en su mando al Coronel Alfredo Alberto Valín, quien va a permanecer a lo largo de la peor época de la cacería de militantes, hasta diciembre de 1977. Dos militares muy ligados a Perón coordinan el nuevo andamiaje del Batallón del SIE, el coronel Vicente Damasco y el general Miguel Angel Iñiguez. Este último, que había sido corresponsable junto a Jorge Osinde, Norma Kennedy y Alberto Brito Lima de la masacre de Ezeiza, contacta a militantes peronistas con la cúpula del Batallón de Inteligencia 601, tal el caso del “Oso” Rafael de Jesús Ranier, el principal “filtro” que tuvo el PRT-ERP, que provenía del FAP 17 de Octubre de Cacho Envar El Kadri (Los Doblados, pág. 202).
A fines de 1973 el General Perón nombra a Emilio Eduardo Massera al frente de la Marina.
Poco a poco las fuerzas armadas van comprendiendo que de esa manera se garantizaba la mejor estrategia para terminar con el peligro del avance de la guerrilla y del “marxismo internacional”. Ya no había juego pendular del conductor sino una estrategia claramente definida.
Se fueron interviniendo las provincias en manos de la Tendencia. Así en enero y febrero de 1974 caen Bidegain en Buenos Aires y Obregón Cano en Córdoba. En esta última provincia Perón apoya el Navarrazo, un push al mando del jefe de policía, que desata la más feroz represión coordinando tareas con el incipiente Comando Libertadores de América, versión local de las Tres A, al mando del represor Héctor Vergez, apareciendo en ese periodo los primeros CCD como La Perla, junto al carnicero Luciano Benjamín Menéndez.
La muerte de Perón el 1 de julio de 1974 produce un vacío de poder que es aprovechado por Isabel y López Rega, potenciando a partir de allí el accionar represivo. A su vez, las fuerzas armadas comienzan a frotarse las manos empezando la cuenta regresiva para recuperar el poder. Va surgiendo así la teoría de la “fruta madura”, que Isabel se caiga por su propio peso, buscando impedir una salida institucional en favor de Luder, Balbín o cualquier otro político.
A principios de 1975 comienza en Tucumán la prueba piloto del aniquilamiento legal de la guerrilla con el dictado del primer decreto en tal sentido. Luego del copamiento de Formosa en octubre exigirán el segundo decreto de aniquilamiento, lanzando ahora en todo el país la reorganización de los destacamentos de inteligencia del SIE (Servicio de Inteligencia del Ejército), centralizado por el Batallón 601 de Callao y Viamonte. Se exige a partir de allí la absoluta subordinación de las bandas represivas al comando unificado y empiezan a producirse en masa los secuestros y desapariciones a lo largo y ancho del país, los que van a seguir y potenciarse luego del golpe de estado. Se legaliza así la llamada “guerra de inteligencia” tomada del modelo aplicado por los paracaidistas franceses en las guerras coloniales de Indochina y Argelia, sometiendo a torturas a cada uno de los caídos vivos para obtener la mayor cantidad de información posible. A partir de ese momento “no se debía actuar por reacción sino asumir la iniciativa de la acción” (Los Doblados, pág. 69).
La conducción guerrillera y buena parte de la militancia, enceguecidos por la espiral de violencia desatada y con la sensación de frustración de la salida democrática y la “traición” del General Perón, redobló la apuesta del militarismo, ansiando al igual que los militares el golpe de estado, que se “agudizaran las contradicciones” para que se visualizara con claridad al “verdadero enemigo”, las fuerzas armadas como representantes de la “oligarquía y el imperialismo”. Esta falta de lucidez para ordenar la retirada provocó también un aumento considerable de víctimas.
CONCLUSION:
La furia asesina de los grupos de tareas del terrorismo de estado no hubiera podido razonablemente asesinar a semejante cantidad de personas por causas políticas, en un país con un desarrollo cultural, político, social y económico como Argentina, de no haber mediado un factor de potenciación cual fue la legitimación que hizo un sector de la clase política y gremial especialmente vinculada al Peronismo, comenzando por su líder y conductor, por la mera disputa de los espacios de poder, no por intereses esencialmente de clase o económicos.
Aún cuando un sector de la dictadura hubiera tenido el objetivo de la restauración neoliberal, no hubiera podido sencillamente por una relación de fuerzas, provocar semejante masacre.
Esta es la revisión del pasado que está faltando en Argentina. Cómo fue posible que se llegara a semejante grado de laceración del tejido social. Es la enseñanza que debemos sacar para aportarla a nuestros hijos y a las futuras generaciones.
Santa Fe, 10 de setiembre de 2016.